domingo, 30 de octubre de 2011

Conclusiones


            “El golf es ritmo y sensación. Después viene la pasión y el resto, porque todos los días tenés un desafío. Hoy venís y sos el mejor del Mundo, mañana venís y sos el peor de todos. Por eso yo juego al golf. El golf cada día tiene un desafío, igual que la vida, por eso este deporte es hermoso, se juega con las manos, la cabeza y el cuerpo que acompaña”. Jimmy Cabrera – Profesor de Golf del Club Estudiantes de La Plata.
        

La frase de uno de los entrevistados en la búsqueda de los elementos necesarios para construir esta investigación, sirve de disparador inicial para dar curso a las consideraciones finales acerca del eje de este análisis que, como se dijo en la introducción, trata de poner de relieve que la pertenencia a una determinada clase social es decisiva, junto a otros factores, en la elección de esta práctica.
El deporte es uno de los ámbitos de actividades que más acercan a los ciudadanos con independencia de su edad y su origen social. Una buena cantidad de personas en la ciudad practican regularmente una actividad deportiva. La estratificación social está vinculada a los individuos y estos a su vez a los grupos, de acuerdo al estilo de vida.

Las persona que practican deportes como el Boxeo o el Fútbol, por lo general están la parte baja de la pirámide social. Su condición,  no le permite acceder a otras prácticas donde el factor económico juega un papel preponderante, como por ejemplo el golf.

Existen prerrogativas económicas insalvables para quienes tienen el deseo o la inquietud de iniciarse en el deporte en el que alguna vez brillara nuestro compatriota Roberto De Vicenzo. No es cierto que cualquiera que tengas las ganas y la voluntad puede entrar en un campo y golpear la pelotita con el palo.

Las personas que por su condición económica, tienen la posibilidad de practicarlo  -porque  ellos mismos se pueden proporcionar los implementos deportivos necesarios, observan a este deporte no como una forma de mejorar su condición de social, a diferencia del boxeador o el futbolista-  sino como la forma de satisfacer necesidades contingentes como lo son el afecto,  la estima y en el mejor de los casos la autorrealización que es el desarrollo en plenitud de sus potencialidades.

El avance de la investigación nos ha dejado en claro que en los grupos sociales donde las condiciones económicas son las equivalentes a la de los estratos altos, la preferencia de quienes practican un determinado deporte –y en nuestro objeto de análisis, el golf-, lo hacen por mantener hábitos de vida saludable, por vincularse con “gente de su misma especie”, y hasta para encontrar en las vinculaciones ocasionales, oportunidad de generar o establecer relaciones beneficiosas para su actividad comercial.  Y de ninguna manera lo internalizan como la forma de superar o mejorar su estrato (a diferencia de lo ejemplificado en el caso del futbolista, por ejemplo).

Ahondando sobre cuestiones afines a lo antedicho, en el maravilloso mundo de Internet, tomaremos un ejemplo concreto que será el sello de cierre para esta consideración final. Fue el propio multimillonario, Donald Trump quien señaló lo siguiente en su libro “Cómo hacerse rico”. Trump declara: “fui a jugar golf a uno de mis campos, algunos creerán que estoy perdiendo el tiempo, pero lo tomo como un trabajo y disfruto mucho haciéndolo. Un día jugando se me acercaron cuatro personas que deseaban formar parte del club de golf. Les dije que la membresía costaba  250 mil dólares y ellos me hicieron un cheque cada uno. Esa tarde volví a mi casa con un millón de dólares y todo por haber ido a jugar golf”.


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