“El golf es ritmo y sensación. Después viene
la pasión y el resto, porque todos los días tenés un desafío. Hoy venís y sos
el mejor del Mundo, mañana venís y sos el peor de todos. Por eso yo juego al
golf. El golf cada día tiene un desafío, igual que la vida, por eso este
deporte es hermoso, se juega con las manos, la cabeza y el cuerpo que
acompaña”. Jimmy Cabrera – Profesor de Golf del Club Estudiantes de La Plata.
La frase de uno de los entrevistados en la búsqueda de los elementos necesarios para construir esta investigación, sirve de disparador inicial para dar curso a las consideraciones finales acerca del eje de este análisis que, como se dijo en la introducción, trata de poner de relieve que la pertenencia a una determinada clase social es decisiva, junto a otros factores, en la elección de esta práctica.
El deporte es uno de los ámbitos de
actividades que más acercan a los ciudadanos con independencia de su edad y su
origen social. Una buena cantidad de personas en la ciudad practican
regularmente una actividad deportiva. La estratificación social está vinculada
a los individuos y estos a su vez a los grupos, de acuerdo al estilo de vida.
Las persona que practican
deportes como el Boxeo o el Fútbol, por lo general están la parte baja de la
pirámide social. Su condición, no le
permite acceder a otras prácticas donde el factor económico juega un papel
preponderante, como por ejemplo el golf.
Existen prerrogativas
económicas insalvables para quienes tienen el deseo o la inquietud de iniciarse
en el deporte en el que alguna vez brillara nuestro compatriota Roberto De
Vicenzo. No es cierto que cualquiera que tengas las ganas y la voluntad puede
entrar en un campo y golpear la pelotita con el palo.
Las personas que por su
condición económica, tienen la posibilidad de practicarlo -porque
ellos mismos se pueden proporcionar los implementos deportivos
necesarios, observan a este deporte no como una forma de mejorar su condición
de social, a diferencia del boxeador o el futbolista- sino como la forma de satisfacer necesidades
contingentes como lo son el afecto, la
estima y en el mejor de los casos la autorrealización que es el desarrollo en
plenitud de sus potencialidades.
El avance de la
investigación nos ha dejado en claro que en los grupos sociales donde las
condiciones económicas son las equivalentes a la de los estratos altos, la
preferencia de quienes practican un determinado deporte –y en nuestro objeto de
análisis, el golf-, lo hacen por mantener hábitos de vida saludable, por vincularse
con “gente de su misma especie”, y hasta para encontrar en las vinculaciones
ocasionales, oportunidad de generar o establecer relaciones beneficiosas para
su actividad comercial. Y de ninguna
manera lo internalizan como la forma de superar o mejorar su estrato (a
diferencia de lo ejemplificado en el caso del futbolista, por ejemplo).
Ahondando sobre cuestiones afines a lo antedicho, en
el maravilloso mundo de Internet, tomaremos un ejemplo concreto que será el
sello de cierre para esta consideración final. Fue el propio multimillonario,
Donald Trump quien señaló lo siguiente en su libro “Cómo hacerse rico”. Trump
declara: “fui a jugar golf a uno de
mis campos, algunos creerán que estoy perdiendo el tiempo, pero lo tomo como un
trabajo y disfruto mucho haciéndolo. Un día jugando se me acercaron cuatro
personas que deseaban formar parte del club de golf. Les dije que la membresía
costaba 250 mil dólares y ellos me hicieron un cheque cada uno. Esa tarde
volví a mi casa con un millón de dólares y todo por haber ido a jugar golf”.
1 comentarios:
no hiputa
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